El Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, del Hospital Clínico Universitario de València, ha desarrollado un estudio para analizar el efecto de la eritropoyetina, una hormona secretada fundamentalmente por nuestros riñones, sobre el cerebro, así como su potencial como terapia para el tratamiento de enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
Los resultados de la investigación se han publicado recientemente en Molecular Psychiatry. El estudio está liderado por el doctor Juan Nàcher, del Grupo de Investigación en Psiquiatría y Enfermedades Neurodegenerativas de INCLIVA, catedrático del Departamento de Biología Celular/ERI BIOTECMED de la Universitat de València (UV) y jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM).
Los hallazgos de la investigación, que ponen de manifiesto los efectos del tratamiento con eritropoyetina (EPO) sobre la estructura, conectividad, plasticidad y actividad de las neuronas inhibidoras, son el fruto de una colaboración con el Instituto Max Planck de Ciencias Multidisciplinares en Gottingen, Alemania, en la que cabe destacar también la participación del doctor Vicent Teruel, del Departamento de Anatomía de la UV. Estos resultados resultan relevantes para comprender cómo esta hormona afecta al cerebro y apoyan su potencial como tratamiento de enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
La mayoría de los estudios sobre la eritropoyetina se han centrado en su papel sobre la regulación de la producción de células sanguíneas o hematopoyesis. No obstante, desde hace años, gracias a los resultados de estudios en modelos animales y de ensayos clínicos, existe evidencia de que la EPO tiene, además, efectos beneficiosos, independientes de la hematopoyesis, sobre la cognición, además de poseer propiedades neuroprotectoras y neuroregenerativas.
Las bases celulares y moleculares de estos efectos de la EPO sobre el sistema nervioso central han empezado a elucidarse a través del trabajo de los laboratorios de los investigadores de este estudio y otros, revelando un impacto muy notable de la hormona sobre la estructura y el funcionamiento de las neuronas excitadoras, los componentes principales de los circuitos de nuestro cerebro.
“En el presente trabajo, hemos demostrado que la EPO también tiene un efecto muy relevante sobre las neuronas inhibidoras o interneuronas, una subpoblación neuronal que controla de manera muy precisa la actividad y la sincronización de las neuronas excitadoras. Estas neuronas inhibidoras son también importantes porque están alteradas en diferentes trastornos que afectan al sistema nervioso”, explica el doctor Nàcher.
En el trabajo se han identificado, utilizando herramientas de biología celular y molecular de última generación, la expresión de receptores de EPO en las neuronas inhibidoras y se han descrito los efectos del tratamiento crónico con EPO sobre distintas categorías de neuronas inhibidoras en el hipocampo, una región clave para la formación de memorias y que se encuentra alterada en distintos desórdenes neurológicos y psiquiátricos.
“Hemos puesto en evidencia que este tratamiento modifica las interacciones moleculares entre las neuronas inhibidoras y excitadoras. También induce reducciones en la complejidad estructural de las interneuronas y su conectividad, así como cambios en las moléculas que regulan la plasticidad de estas neuronas inhibidoras. Además, el tratamiento disminuye el metabolismo y la actividad de las interneuronas”, añade Nàcher.
Los resultados sugieren que los efectos positivos del tratamiento con EPO sobre enfermedades del sistema nervioso podrían ser debidos, al menos en parte, a un control restrictivo de la hormona sobre las neuronas inhibidoras, que facilitaría la plasticidad de las neuronas excitadoras, favoreciendo cambios en su conectividad y actuando sobre el balance entre excitación e inhibición, que se encuentra alterado en diferentes enfermedades del sistema nervioso central.
Enlace al artículo: https://rdcu.be/dELQr