El Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, del Hospital Clínico Universitario de València, ha desarrollado un estudio para evaluar la correlación entre el tejido adiposo epicárdico (la capa de grasa que recubre el corazón), con el tamaño del infarto y la reducción de la función cardíaca a corto (1 semana) y largo plazo (6 meses) en el infarto agudo de miocardio (IAM).
Las imágenes obtenidas, que se han estudiado mediante técnicas de resonancia magnética cardiaca, han permitido observar el papel dual que cumple la grasa epicárdica, que, aunque no siempre se corresponde con mayor obesidad, suele estar relacionada con el acúmulo de grasa en otros órganos (grasa visceral). Por un lado, la obesidad representa un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, mientras que, por otro lado, las enfermedades ya establecidas tienden a seguir un curso más benigno en los pacientes obesos.
Así se extrae de los resultados que se muestran en el artículo ‘Impacto del tejido adiposo epicárdico en el tamaño del infarto y la función sistólica del ventrículo izquierdo en pacientes con infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST’, publicado recientemente en Diagnostics.
En el estudio se comprobó que pacientes con una elevada grasa epicárdica (>35ml/m2) presentan infartos más extensos, pero también que, una vez estos infartos extensos se han producido, la grasa parece ejercer un efecto beneficioso preservando la función sistólica (que se refiere a la capacidad del corazón para contraerse y bombear sangre hacia el cuerpo) y la dilatación del ventrículo izquierdo en la fase crónica (que hace que el músculo cardíaco se debilite y adelgace, siendo incapaz de bombear de forma eficiente la sangre necesaria a todo el cuerpo).
Los investigadores principales han sido los doctores Vicente Bodí, coordinador del Grupo de Investigación Traslacional en Cardiopatía Isquémica de INCLIVA y adscrito a CIBERCV (Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Cardiovasculares), del Instituto de Salud Carlos III, jefe de Sección del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico de València y catedrático del Departamento de Medicina de la Universitat de València; César Ríos y Héctor Merenciano, del mismo grupo de investigación de INCLIVA; y José Gavara, del Centro de Biomateriales e Ingeniería Tisular de la Universitat Politécnica de València.
Han participado, además, los investigadores de INCLIVA Francisco Javier Chorro, coordinador del Grupo de Investigación en Electrofisiología cardiaca experimental; Julio Núñez, coordinador del Grupo de Investigación en Insuficiencia Cardiaca; y Juan Sanchis, coordinador del Grupo de investigación en Cardiología Clínica, todos ellos profesores de la Universitat de València y adscritos a CIBER-CV.
Ha intervenido también el doctor Antoni Bayés-Genis, de la Fundación Instituto de Investigacion Germans Trias i Pujol y adscrito a CIBER-CV.
El infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMEST), consiste en la oclusión súbita de una arteria coronaria, habitualmente por un coágulo, y es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en todo el mundo.
El tejido adiposo epicárdico es un depósito de grasa biológicamente activo con efectos moduladores en el miocardio ubicado alrededor del corazón y a lo largo de las ramas coronarias principales. Varios estudios han relacionado la extensión del tejido adiposo epicárdico con la presencia de eventos cardiovasculares adversos.
Sin embargo, en pacientes con infarto agudo de miocardio, la asociación del tejido adiposo epicárdico con el infarto agudo de miocardio y la función cardíaca apenas ha sido investigada y hay controversia en los resultados existentes. Por ello, se requiere más investigación clínica y básica para entender el papel que cumple el tejido adiposo epicárdico tras un infarto agudo de miocardio, así como las posibles implicaciones terapéuticas.
El estudio se ha desarrollado a lo largo de los dos últimos años gracias a un registro prospectivo de pacientes del Hospital Clínico de València. Se seleccionaron 221 pacientes dados de alta entre 2010 y 2016 tras un primer infarto agudo de miocardio reperfundido (cuyo flujo sanguíneo se ha reestablecido) y con estudio de resonancia magnética cardiaca a la primera semana. De estos 221 pacientes, 167 fueron reestudiados con resonancia magnética cardiaca a los 6 meses tras el infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST.